El lugar que a continuación llega el alimento (no vomitado) e s el estómago, cuya primera función es la
de servir como recipiente. Él recibe todas las impresiones que vienen del
exterior, lo que hay que digerir. La capacidad de recibir exige apertura,
pasividad y capacidad de entrega. En virtud de estas propiedades, el estómago
representa el polo femenino. Mientras que el principio masculino está
caracterizado por la facultad de irradiar y por la actividad (elemento fuego),
el principio femenino engloba la capacidad de aceptación, la abnegación, la
sensibilidad y la facultad de recibir y guardar (elemento agua). Lo que
representa el elemento femenino en el terreno psíquico es la sensibilidad, el
mundo de la percepción. Si un individuo reprime en la mente la capacidad de
sentir, esta función pasa al cuerpo, y el estómago, además de los alimentos,
tiene que admitir y digerir los sentimientos. En este caso, no es que el amor
pase por el estómago sino que sentimos un peso en el estómago que más tarde o
más temprano se manifestara como adiposidad.
Además de la facultad de recibir, en el estómago hallamos otra
función, correspondiente ésta al polo masculino: producción de ácidos. Los
ácidos atacan, corroen, descomponen: son inequívocamente agresivos. Una persona
que sufre un disgusto dirá: estoy amargado. Si la persona no consigue vencer
este furor conscientemente o transmutarlo en agresión y se traga el mal humor,
o traga bilis, su agresividad y su amargura se somatizan en ácidos estomacales.
El estomago reacciona produciendo un acido agresivo con el que pretende
modificar y digerir unos sentimientos no materiales, empresa difícil y molesta
que nos recuerda que no es conveniente tragarse el mal humor ni obligar al
estómago a digerirlo. El acido jugo gástrico aumenta porque quiere imponerse.
Pero esto acarrea problemas al enfermo del estomago, que carece de
la capacidad de enfrentarse conscientemente con su mal humor y su agresividad,
para resolver de modo responsable conflictos y problemas. El enfermo del
estomago o no exterioriza su agresividad (se la traga) o demuestra una
agresividad exagerada, pero ni un extremo ni el otro le ayudan a resolver el
problema realmente, ya que carece de confianza y seguridad en sí mismo,
sentimiento indispensable para que el individuo resuelva su problema, carencia
a la que aludimos al tratar del tema dientes-encías. Todo el mundo sabe que el
alimento mal masticado es difícilmente tolerable por un estómago excitado y con
exceso de ácidos. Pero la masticación es agresión. Y cuando falta una buena
masticación el estómago tiene que trabajar más y producir más ácidos. El
enfermo del estomago es una persona que rehúye conflictos. Inconscientemente,
añora la plácida niñez. Su estomago pide papilla. Y el enfermo del estomago se
alimenta de cosas que han sido tamizadas por el pasapurés y que, por lo tanto,
han demostrado ser inofensivas. Puede haber grumos. Los problemas se han
quedado en el tamiz. El enfermo del estómago no tolera los alimentos crudos,
por bastos, primitivos y peligrosos. Antes de que él se atreva con los
alimentos, éstos tienen que ser sometidos al agresivo proceso de cocción. El
pan integral es indigesto, porque aún contiene muchos problemas. Todos los
alimentos sabrosos, el alcohol, el café, la nicotina y los dulces representan
un estímulo excesivo para el enfermo del estomago. La vida y la comida tienen
que estar exentas de desafíos. El acido gástrico produce una sensación de
opresión que impide registrar nuevas impresiones.
La ingestión de medicamentos antiácidos puede provocar eructos,
con el consiguiente alivio, ya que eructar es una manifestación agresiva hacia
el exterior. Con esto uno ha hecho disminuir un poco la presión. La terapia que
suele aplicar la medicina académica (por ejemplo, Valium) refleja la misma
relación: el medicamento interrumpe químicamente la relación entre la mente y
el sistema vegetativo (llamado desacoplamiento psicovegetativo) ; paso que, en
casos graves, se realiza también quirúrgicamente extirpando al enfermo de
úlcera ciertas ramas nerviosas encargadas de la producción de ácidos
(vagotomía). En ambos tratamientos prescritos por la medicina académica se corta
la unión sentimiento-estómago a fin de que el estomago no tenga que seguir
digiriendo somáticamente los sentimientos. El estomago es desconectado de los
estímulos exteriores. La estrecha relación existente entre la mente y la
secreción gástrica es bien conocida desde los experimentos de Pavlov. (Por el
procedimiento de hacer sonar una campana en el momento de poner la comida a los
perros, Pavlov consiguió crear en los animales un efecto condicionado, de
manera que al cabo de algún tiempo bastaba el sonido de la campana para
desencadenar la secreción gástrica que normalmente provoca la visión de la
comida).
La actitud básica de proyectar los sentimientos y la agresividad
no hacia afuera sino hacia dentro, contra uno mismo, provoca finalmente la
úlcera del estómago. La úlcera es una llaga que se forma en la pared del
estómago. El enfermo de úlcera, en lugar de digerir las impresiones del
exterior, digiere el propio estómago. En rigor se trata de autofagia. El
enfermo del estómago tiene que aprender a tomar conciencia de sus sentimientos,
afrontar conscientemente los conflictos y digerir conscientemente las
impresiones. Además, el paciente de ulcera debe admitir y reconocer sus deseos
de dependencia infantil, de protección materna y el afán de ser querido y mimado,
incluso y precisamente cuando estos deseos estén bien disimulados tras una
fachada de independencia, autoridad y aplomo. También aquí el estómago revela
la verdad.
TRASTORNOS
ESTOMACALES Y DIGESTIVOS
Las
personas aquejadas de trastornos estomacales y digestivos deben hacerse las
preguntas siguientes:
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Extraido del libro "La enfermedad como camino". Autor: Thorwald Dethlefsen y Rüdiger Dahlke.
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