Muchas personas tienden a sentir tristeza cuando una
relación termina. En la mayoría de los casos las relaciones inician con un amor
que surge espontáneamente y cuando llega la despedida ésta se vuelve amarga o difícil
de aceptar. Ponemos alma vida y corazón en un proyecto que sentimos durará para
siempre y cuando eso no sucede se deviene el pesar, la desolación e incluso la
frustración, hasta se llega a experimentar una sensación de fracaso.
Ahora bien, sucede que cada uno de nosotros lleva dentro un
mapa, una ruta a seguir, que nos guía en el propósito de nuestra existencia; y
sucede que en el viaje de la vida llegan momentos en el que personas o
situaciones, que de alguna manera jugaron un rol importante en nuestra historia,
ya no se alinean con nuestro camino evolutivo. En ocasiones, sin darnos cuenta,
nos alejamos de nuestra propia esencia tratando de sostener algo que ya la vida
ha dispuesto que se debe soltar y dejar fluir. Llegamos a resistirnos al hecho
de que aquello que deseamos o con lo que algún día llegamos a vibrar con mucha
fuerza, comience a desvanecerse o alejarse de nosotros, y esa resistencia empieza
a anegar el camino de una niebla densa que dificulta reconocer el plan original
de nuestra alma. Creemos que para nosotros el amor ha terminado, pero la
realidad es que siempre ha estado ahí, y justo ahí, más que nunca, se presenta
con mayor fuerza para reconducirnos nuevamente al plan original nuestro Ser,
para reconectarnos con nuestra verdadera Identidad.
Cuando algo está destinado para nosotros, pero por alguna
razón se aleja, el que retorne o no, va a depender de la soltura y fluidez con
la que aceptemos los hechos tal como se presentan y podamos desapegarnos de los
deseos de la razón para abrirnos a los designios de la Conciencia. Solo así tal
vez un día podamos cruzar destinos nuevamente con aquello que sentimos quedo
pendiente y ante la posibilidad de contemplarlo con una nueva mirada tendremos
la oportunidad de retomarlo o finalmente reconocer que el camino tomado fue el necesario
para avanzar y con profunda gratitud despedirnos y honrar los hechos tal y como
fueron.
La Creación nunca se equivoca en su accionar y lo que en
algún momento llega a parecer carente de sentido puede ser el más puro Amor en
acción despejando el camino de aquello que nos limita y nos impide nuestra
propia realización.
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